-Convento de San Leandro-
El metal repujado
cede lustres al torno, mientras gira
sintiendo que unas yemas
se posan sobre él, con otras artes
diferentes, lejanas del manejo
soñador de Martínez Montañés.
Anónima es la cal
donde convergen
los destellos de la iconografía;
quimérico el rubor
de un parentesco
entre cutis de ángeles,
y, tal vez, ilusoria
la fijación a su única portada.
Pero no se contempla la armonía
si carece de espejos
donde ir deteniéndose, flamante,
aceptando el cumplido
que una gubia invisible le dedica.
(de LA LUZ NO USADA, 2010)
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