domingo, 7 de abril de 2019




             VII


Linfa y agua, veneros
que sin ti no suceden.
Dolor mío, llovizna
de mi abrupto paisaje,
regazo caudaloso
donde aún me refugio.
La noche es una sed
que sumerge mis labios
en su propio vacío,
apartándome el jugo
de la ilusión callada.
Dolor inescrutable,
ahora reconozco
que no quise beberte
sin aridez extrema.
La sed es una noche
donde aún me contemplo
abismando tu lanza
fluvial en mi costado.


                                                   (de LOS PULSOS CARDINALES, 2010)

Lienzo de Nik Helbig

2 comentarios:

  1. Excelente poema; qué evidente siempre el sentido del ritmo, esa cadencia sosegada que avanza hasta el verso de cierre. Un abrazo, María. El tiempo pasa; los afectos no.

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    1. Muchas gracias, querido José Luis, tus palabras son como gotas de lluvia en mi duro desierto. Otro abrazo muy fuerte para ti.

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