
XXIII.
Concierto para rosas, elegía
con oboe d’amore en el otoño,
dulce lamentación de los sentidos
cuando la tarde, exhausta, se diluye.
Estás allí, tocando
con tu dolor la sombra
que alguien derrumbara
como nota dormida,
impresa en el albero.
Miras alrededor
Miras alrededor
y te hallas mil veces,
eco de la tristeza
sobre tus movimientos,
rotación previsible
con adagio de espinas.
Continúas allí, cuando la tarde
Continúas allí, cuando la tarde
exhala su armonía y acostumbra
a interpretar al ave que enmudece,
pletórica quietud para rendirse.
Como rosa caída al final del concierto.
Lienzo de Daniel F. Gerhartz
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