martes, 13 de octubre de 2015


     


                    EXÉGESIS

 
Nunca pudo llenarse el pozo de tu vida,
albergue cristalino para labios sin dueño,
espejo de las noches que te mortificaron.
Sólo hay un viento húmedo, unas nubes en llamas,
un hombre de retorno, siempre los mismos cauces
configurando ahora tu líquida condena.
La señal de los tiempos se reduce a vigilia,
a río navegable de riberas inhóspitas.
Una oscura señal de la muerte que fluye.
Jamás llegó a colmarse el pozo de tus manos
sino con el amor relativo, versátil,
ardiente transparencia donde te consumiste.
Ahora todo es recelo, víspera de naufragio,
oración impostada que el silencio desfonda.
Sólo la luz se ciñe al brocal de tu herida.


                                                                                (de DANAIDE, 2012)

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