martes, 4 de noviembre de 2014


       


                    BALKIS


Sarahil, Sarahil, dime si es cierto
que viene mi señor. Ya lo anunciaba
el Lector de los Astros,
así que adórname como merece
quien escribió mi nombre en una hoja
lavada de palmera,
con un cálamo persa y ámbar negro.
Nodriza mía, voy a estar hermosa
con mis siete vestidos
de raso azul y seda albaricoque,
de terciopelo grana o pedrería,
hasta que mi señor los arrebate,
tras danzar para él, ebrio de espera.
Me obsequiará con agua
de Siloé, rosales de Damasco,
gasas de Asur, marfiles y estoraque.
Sarahil, Sarahil, por qué no llega,
dime que no es verdad este abandono.
Ya amanece... El último lucero
se apaga de dolor, y yo le sigo.


                                                   (de TU LUMBRE AJENA, 2001)

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