jueves, 9 de octubre de 2014


 


HAY BRISAS QUE PADECEN
la fijación cansada de tu aliento,
vendaval malogrado
en aras del suspiro pretencioso.
Al abrir la ventana
solícita que extiende las ausencias,
llegas a amanecerte
sin notar el desnudo, revelando
tu pulcra connivencia con el aire,
tu fatídico invierno.
Sin embargo, la brisa
retrocede y te viste de mañana,
deshaciendo el vapor que ha dibujado
un alba corporal, itinerante
como tu palidez herida, sola
hacia la incertidumbre de los vientos.
Quién gemirá contigo,
corazón sin palomas que abaniquen
inhóspitos paisajes,
si no es la claridad recién soñada.


                                            (de MÍNIMO SOL DE INVIERNO, 2006)

Lienzo de René Magritte

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