TARDE OTOÑAL
El
aire que raptaba
los
pétalos ya mustios de las rosas,
el
mismo que en mi piel se guarecía
suavemente,
dejaba que un misterio
acrecentara
el tiempo que tardaban
las
hojas en caer. Era aquel aire
como
un silencio más de lo vivido.
Los
plátanos de Indias, prematuros
en
buscar la tibieza de la tarde,
escondían
el sol
entre
el rumor espeso de las ramas.
Tristeza
en los arriates,
languidez
en las fuentes… Yo sentía
que
una mano invisible
enlazaba
mi mano, y que no era
otra
cosa que un pétalo caído
sobre
mi soledad.
Y
yo creía,
sentada
en aquel banco de azulejos,
que
me raptaba el aire peregrino
y eterno
del otoño.
(de JARDINES DE MURILLO, 1989)
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