jueves, 17 de julio de 2014






















          TARDE  OTOÑAL

 
El aire que raptaba
los pétalos ya mustios de las rosas,
el mismo que en mi piel se guarecía
suavemente, dejaba que un misterio
acrecentara el tiempo que tardaban
las hojas en caer. Era aquel aire
como un silencio más de lo vivido.
Los plátanos de Indias, prematuros
en buscar la tibieza de la tarde,
escondían el sol
entre el rumor espeso de las ramas.
Tristeza en los arriates,
languidez en las fuentes… Yo sentía
que una mano invisible
enlazaba mi mano, y que no era
otra cosa que un pétalo caído
sobre mi soledad. 

Y yo creía,
sentada en aquel banco de azulejos,
que me raptaba el aire peregrino
y eterno del otoño.


                                                                   (de JARDINES DE MURILLO, 1989)

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