XXXII
Nunca
llegó la hora
de
su muerte, si acaso
un
desmayo en la piedra,
consentido
y distante.
Moreruela,
vestigios
de
serena memoria,
ceñidos
a un espacio
cuyos
ábsides sólo
limitan
con el tiempo.
(de REGAZO E INTEMPERIE, 2007)
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