domingo, 21 de abril de 2013


    
 

            I V

 
Al paso de la lluvia,
las acacias tendían
sus flecos de esmeralda
por la ciudad. Un nimbo
de ramas fue el refugio
en donde me detuve
para esperar tu iris,
con el dolor mojado
y los labios vibrantes.
Pero nunca llegabas.
La verdad era otra,
descendía del sueño
que me estaba empapando
bajo una fronda dócil,
tu verdad... Yo quería
albergarte en mi lluvia,
gris a gris, gota a gota.
Pero nunca llegabas.
Sólo tu transparencia.


                                                  (de LOS CIELOS TARDÍOS, 2009)

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