lunes, 22 de abril de 2013

   
   


                                                      -Escena de caza-

 
Aquella montería convocaba
a los regios señores
en un amanecer cuya traviesa
dejó su azul
sin pérdida de viento.
El alcázar se abría con blandura
de brizna soleada
para la comitiva cuyo trote
abanicaba espuelas, rodeando
las huertas de Eritaña.
Era el Guadalquivir
barquero solo
hacia sí mismo, paso de misterio
entre tanta algazara, con halcones
batiendo sus riberas,
testigo de la fausta cetrería.
Aquellos caballeros
dieron caza a su historia
en la escena de un códice miniado.
 
            
                         (de LA LUZ NO USADA, 2010)
 

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