EL HUMO LICENCIOSO DE LAS NOCHES PERDIDAS,
o ese alguien cautivo de su propia mudanza,
apenas sobreviven a uno u otro lado
del aliento febril donde amaina la espera.
Al cabo, los deseos existen porque todo
lo que no se aparece es sombra en cada parte,
vuelo de una distancia tan desapercibida
que el gesto de ese alguien evapora su rostro.
Humo cansado, noche sobre horas ausentes,
celda para un anhelo que ha cambiado de estrella,
apenas otra voz templada a dos silencios
mientras huye la aurora cerrando la salida.
(de TEMPO DE VUELO SOSTENIDO, 2004)
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