SALINAS
La faz de las estrellas
entoldaba aquel tiempo
de azoteas lucidas,
hasta que un soplo cálido
extendía a deshora
su luna venerable.
Qué gravedad
tan fértil
la del jazmín sediento.
Qué tejas agrietadas
se daban al rocío,
mendigos de la noche.
Me rozaba la altura
de un verano sin fondo,
su cielo tatuado
en todos los pretiles.
(de LIENZOS DE CAL, 2008)
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