jueves, 16 de junio de 2016





       ESTACIÓN  KELETI

 
Te imaginas llegando a Budapest
con los ojos cerrados, junto a alguien,
como si al fin volviese el nuevo día
hasta la realidad que existe apenas. 

Es un momento sólido, fundido
con otras estaciones vislumbradas,
pero luego tus ojos te desnudan
haciéndote creíble el abandono. 

Cuántas horas has desaparecido
sin que nadie lo note, cuántos días
devolviendo al dolor lo que es del miedo,
viajando por la muerte de tus ojos. 

Cada noche sitúas Keleti bajo un sueño,
esperando llamadas, gestos, nombres amigos,
como si los andenes no hubiesen desertado
hace ya mucho tiempo de tu sola presencia. 

Quién dice que no hay lucha en esta valentía
de huir hacia adelante presagiando la nada,
que hasta Károly Lotz y sus hondos murales
continúan ligados a tus últimas huellas. 

Únicamente sirve suavizar la derrota
para no conformarse con ser el pasajero
que la ciudad borraba mientras amanecía,
para cambiar de nombre hasta la propia suerte. 

Mañana no serás más esa senda,
esos raíles dados a la fuga
en los que se alojaban unos vértigos
devolviendo a tu paso su vacío. 

Te imaginas llegando a Budapest
con los ojos abiertos a la lluvia,
anegados de sed, mientras que alguien,
cuando no esperas nada de la vida,
busca tu abrigo azul entre la gente.


                                                (de ES INÚTIL QUE DUERMA, 2015)

Lienzo de Marcus Krackowizer

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