lunes, 6 de julio de 2015




“NO  DEJES  EL  LUGAR  QUE  TANTO  AMASTE”


Ayer, mientras la vida
era un tímido afán de corto vuelo,
expiraban las tardes
allí donde el amor iba naciendo.
Cuando todo duraba
lo que un rastro de sol perecedero,
no existía la historia,
sino sólo motivos para el verso.
Ayer, tal vez mañana,
seguiste y seguirás bajo el silencio
de esta ciudad de nieve,
a la que aún adoras con tu fuego.
Aquellas mismas calles
de luz antigua, de naranjos ebrios,
son ahora el olvido
cotidiano que encauza los recuerdos.
Por tanto, no abandones
ese ayer y este ahora. Dales tiempo
para que te conviertan
en la estatua de sal que llevas dentro.


                                                            (de A CIERTA ALTURA, 1998)


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