I I
La ciudad oscurece sin medida,
se emboza en sus naranjos verdinegros
y arría las almenas, mientras yacen
los últimos jirones del ocaso.
La ciudad, hoy más mía porque es tuya,
me deja adivinarte lentamente
como otro aroma tibio de magnolios
desmayado en un tiempo irrepetible.
Ahora estoy diciéndote que nunca
crucé por estas calles sin tus pasos,
pero no lo sabía. Y oscurece
sobre mi andar en ascuas, y no encuentro
manera de salir de este abandono.
Ahora estoy creyéndome que nada
perdura como sombra, ni siquiera
tu sombra es infinita. Sólo trato
de retener el aire y seducirlo.
La ciudad oscurece sin medida
imitando la noche de tu ausencia.
(de LANCE SONORO, 2007)
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