miércoles, 10 de septiembre de 2014























                     I I I
 

Ese lugar del tiempo donde nada
ha sucedido aún, salvo la noche
o el momento inicial del desencanto,
sigue siendo tu exilio inconfesable. 

Para qué desbrozar tanta llanura
de anónima aridez, por qué sentirse
el principio del fin en uno mismo
hasta llegar a un hecho sin salida.
De tu cautividad apenas saben
los pájaros dorados que murieron
por cederte sus alas vanamente. 

Para qué padecer la madrugada
con distinto deseo, si no hay llanto
aliviando el silencio enfebrecido.
De tu renuncia apenas se conocen
los orígenes, sólo algún sudario
que recubre ese tiempo donde nada
ha de ocurrir jamás, salvo la aurora
o el exilio final del paraíso.
 
   
                                                                   (de LANCE SONORO, 2007)

2 comentarios:

  1. El alma tiene a veces demasiada noche, demasiado frío, pero hay paraísos a los que costaría muy poco exiliarse. Sevilla, por ejemplo.

    Un abrazo, Poeta.

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    Respuestas
    1. Gracias, Ana, ciertamente Sevilla es un paraíso al que tienes que acercarte alguna vez y así poder encontrarnos con su luz de fondo. Por ejemplo.
      Otro abrazo.

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