XXVII
Equilibrio
de ti, perfecta calma
que
ofrece el horizonte
en
sus ocres de tierra adormecida,
al
verde claro y nuevo
donde
trepan tus hojas, como emoción de fondo.
Pero
no todo tiene vestiduras;
ni
siquiera la tarde
festonea
su lienzo transparente,
abandonado
sobre tu regazo.
Debe
ser el continuo
ir
y venir de aquellas sensaciones
que
aromaron tu infancia hasta hacerla madura,
o
tal vez la memoria
de
un idílico entorno,
lo
que ahora recrea esta presencia
de
lo aún no vivido.
Mansamente,
los tiempos
fluyen
por ti, exhiben un cansancio
cuyos
instantes pierden
el
color de los días, uno a uno,
hasta
hacerte pensar que sólo fuiste
lo
que hoy es la luz
de
alguna estrella desaparecida.
Pero
no todo queda como un hueco.
Verdes
y ocres, calma y equilibrio
enhebran
tardes, bordan
el
onírico raso que te cubre.
(de REGAZO E INTEMPERIE, 2007)
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