martes, 4 de febrero de 2014









            













            I I
 
 
Fue mía la mañana
de claridad extrema,
con almenas al fondo
y un repicar de pájaros.
Y se abrieron entonces
tus manos de alhelíes
hasta poblar el valle
sagrado del encuentro.
Fue mía tu palabra
primera, tu espontáneo
venero de aire puro.
Sólo ella fue tuya
al rozar mi silencio.
La mañana de almenas
y trinos ascendía
volátil, como una
obertura de amor
que tus manos pautaban,
como un eco sagrado
por el valle del tiempo.


                                                    (de LOS CIELOS TARDÍOS, 2009)

2 comentarios:

  1. Tuyas todas las mañanas, todos los veneros. Tuyas la luz y la palabra.

    Un abrazo enorme, María.

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    1. Gracias, querida Ana, por compartir tanta luz. Otro gran abrazo.

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