AUNQUE
ADMIRES DE NUEVO LOS PAISAJES
que
una vez fueron cauce de tu asombro,
sólo
te reconoces
en
ellos porque el árbol
aquél,
con cuya sombra te fundiste,
continúa
a la orilla de un camino
por
el que tú has pasado y él no pasa.
Hasta
el arroyo sigue
conservando
la estela de tus ojos,
a
pesar de que ahora
sólo
ven un recuerdo sobre el agua,
imposible
de ahondarlo como entonces.
Aunque
todo parezca haber huido
de
la naturaleza que entendías,
alguna
huella late
tras
cada hoja mustia e incolora.
Sólo
te reconoces
en
la contemplación de un árbol solo,
aquél
que permanece
sobre
tus propios pasos, sin mirarte.
(de MÍNIMO SOL DE INVIERNO, 2006)
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