El arroyo de Brème (Gustave Courbet, 1866)
MANSAMENTE
EL ARROYO
se
hace lecho de nubes,
desenreda
en la tarde
guedejas
de arreboles,
y cada plenilunio
y cada plenilunio
cristaliza
los astros.
Igual
que un corazón
pacífico
recita
su
latido al silencio,
hay
aguas cadenciosas
cuyo
paso mantiene,
como
un bajo continuo,
el
tiempo armonizado;
unas
aguas ajenas
a
la fluidez sin pausa
que
ignora sus orillas,
como
cuerpo desnudo
por
manos de la tierra
prometida
a su cielo,
fielmente
acariciada.
(de TEMPO DE VUELO SOSTENIDO, 2004)
No hay comentarios:
Publicar un comentario