CAMINO DE FORMENTOR
Después de las palomas, el
verano
se acercó hasta mis páginas.
Y aquella algarabía
de los rayos del sol pulsó
senderos,
encendió las colinas
donde se cobijaban
quiméricos ramajes que me
hacían
ser pálpito de ayer en su
floresta.
Y arrulló los pinares, fue
sinuoso
deseo por lo azul de mi
mañana.
Pero ni un rayo pudo
malherir la tristeza,
ni agostó soledades tras el
llanto,
porque el ascua del tiempo
oscurecía
su sol en un ensueño de
palomas.
(de AQUÍ QUEMA LA NIEBLA, 1986)
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