sábado, 17 de marzo de 2012

                


   RESOL  DE  LAS  VIDRIERAS


Las mañanas de invierno,
en su luz blanquecina, desplazaban
aquella realidad de lo prosaico
para adentrarse a solas por las naves
todavía durmientes,
cerradas al resol de las vidrieras.
Los mármoles del suelo
acogían el paso cotidiano
de una silueta joven, proyectada
sobre cada columna,
tristemente venida de otro mundo
más frío aún, ajeno a la belleza.
Era una catedral en su mañana
purísima y desierta, un escenario íntimo
para quien procedía
del presente pasado,
figura sin historia, pero amante
de aquella luz, la suya,
resol de las vidrieras, la de todos los días.


                                        (de DOS LENTAS SOLEDADES, 2002)

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