La alegría del regreso (Giorgio de Chirico, 1915)
XLIII
Nadie vuelve a su casa
si no es para orientarse,
aunque señale el norte
un cielo cotidiano.
Y cuando cada arista
de luz está en el sitio
que se esperaba, brillan
las sombras del regreso,
en vez de una silueta
con los ojos cegados.
(de REGAZO E INTEMPERIE, 2007)
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