jueves, 22 de marzo de 2018







             
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
              XII

 
Cuando aquellos celajes
coronaban las torres,
tú ya habías reinado
sobre un amanecer
de alondras opalinas.
Cuando aquellas campanas
repicaron en forma
de lágrimas felices,
yo quise venerarte
bajo tu piel de armiño.
Pero el tiempo elevaba
su cetro indiferente
a toda monarquía,
y celajes y alondras
decidieron ser súbditos
de alcores laureados.
Cuando aquellas alturas
fueron trono vacío,
yo había afianzado
mi presea de amor
en tu cuerpo regente.


                                                     (de LOS CIELOS TARDÍOS, 2009)

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