domingo, 17 de junio de 2018




                                                       III


Abriste la ventana. Amanecía
sobre todos los siglos. Un jilguero
se posó en el alféizar, vino en busca
de algún eco feliz para entonarlo. 

Manaba el corazón, se ungía el cuerpo
con la brisa temprana. Lentamente
reaparecieron todas las escenas
donde él supo actuar, lo previsible
para una ausencia cruel como la suya. 

Y advertiste de pronto
las llamas de sus manos en tu espalda,
la libación perfecta del rocío
que desbordaba en ti. Le rodeaste
con alientos de miel, ya sin aliento,
después de haber labrado tu figura. 

Jamás estuvo allí. Amanecía
sobre todo el dolor. Algunos trinos
lograron infiltrarse en la memoria,
y por última vez reconociste
que estabas esperándole
aun antes de saber que le esperabas.



                                                                     (de LANCE SONORO, 2006)

Lienzo de Elsa Bouza

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