sábado, 5 de mayo de 2018
























                 PLEGARIA

 
Oh, que no sea éste
el último crepúsculo…
Dios mío, que no sea
la última morada de mis ojos,
que la luz siga el curso de las horas errantes,
por si el dolor alumbra tanta vida apagada.

Oh, que no sea ésta
la última presencia
del ocaso en la carne…
Dios mío, que haya cielo
donde posar los versos que apenas tienen alas,
que recupere el aire la fragancia de antaño. 

Si esta tarde tuviera corazón, detendría
conmigo sus latidos en la primera estrella.


                                                              (de CONTEMPLACIONES, 1988)

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