XXVII
Madrugada sin rumbo,
febril desasosiego,
apenas un latido
y no me reconozco.
Amante, si quisieras
llevarme hasta la isla
donde duerme el deseo
en cuna de oleajes,
le daría sentido
a este sueño inhumano
que ahora es mi vigilia.
Allí, convaleciente
de toda plenitud,
detendría la noche
para hallar tu mirada
y aplazar el regreso
a lo desconocido.
(de LOS PULSOS CARDINALES, 2010)
Lienzo de Jack Vettriano
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