RIBERA DEL DUERO
Los árboles
se han diluido en el agua.
Mi corazón
es otra raíz, y su tierra de nadie
va abriéndose caminos
con mohosas guadañas. Los árboles
se han confundido
en mi vida.
Las hojas mortecinas de este tiempo,
tendidas a lo largo
de su ribera antigua,
guardan sólo humedades
tras cada ocaso invernado.
Sí, los árboles
me han envuelto en su savia,
y la raíz es otro corazón bajo tierra.
(de AQUÍ QUEMA LA NIEBLA, 1986)
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