LAS RUINAS
El viento que acunaba los cipreses
descendía también a los mosaicos,
rondaba las estatuas y vestía
tu cuerpo matinal. Aquella Casa
de la Exedra, silencio detenido
en mitad de unos ecos milenarios,
refugiaba tus pasos y los suyos.
El viento se hizo eterno en una historia
de amor, entre cenizas y teselas.
(de DESDE NOVIEMBRE, 1992)
No hay comentarios:
Publicar un comentario