jueves, 6 de abril de 2017




DESPUÉS DEL SACRIFICIO,
la soledad, lo único que ardía.
Profetas como el humo
o los viejos cipreses
te habían anunciado
que nunca morirías en el templo,
como aquellas estatuas
indelebles, culpadas a sí mismas.
Después de haber perdido
la noche más hermosa
esperando al albatros,
ganaste una pasión irreversible,
una tórrida angustia
que no satisfacía.
Después del espejismo,
tu silueta, lo único viviente
en el templo de las condenaciones.


                                                    (de EL TEMPLO DEL ALBATROS, 2011)

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