XIX.
El pueblo se alumbraba con un
claro silencio,
con la honda belleza del paisaje
perdido
entre la soledad de todos y de
nadie.
Regresaste pensando que allí
continuabas,
adolescente y libre, recorriendo
sus huertos,
o subida a los trillos de las
eras de agosto;
que estaban esperándote las
mismas golondrinas
bajo el cálido alero de una casa
de piedra.
El pueblo contenía tanta verdad
ausente…
Hasta él te llevaron la sangre y
el consuelo,
multitud de visiones aún inmaculadas,
quién sabe si las últimas
esquilas del rebaño.
Entonces fueron ciertas tus
raíces, tus hojas
envolviendo la tierra, tus pasos
jubilosos
hacia la soledad que nadie
detenía.
El pueblo se alejaba como un
largo sendero.
(de OBOE D'AMORE, 2015)
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