miércoles, 18 de enero de 2017





           VI

 
Un cúmulo de tardes
azules, malvas, grises,
como las que viví
contigo en las Eolias,
acrecentaban luces de misterio.
No podía creer que estaba triste
a pesar de tus ojos, no podía
concebir la verdad de otra manera.
Hablé de tu belleza con las olas,
con el viejo horizonte que templaba
mi visión decadente,
sin merecer el pasmo del deseo.
La tristeza cromática
que nos fue dibujando
procedía del mar, como un celaje
abrupto y aterido,
de las islas violetas
cuyos atardeceres extinguieron
lo exacto, lo creíble.


                                                   (de RETABLO DE CENIZAS, 2011)

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