NADA SE BORRA
Habría que poner
las cosas en su sitio.
La premura del tiempo lo reclama.
Por ejemplo, la muerte
de aquella tarde púrpura,
con lluvia en los cristales
y temblor en el fuego clandestino.
Sus palabras llegaron
a traspasar las tuyas
con un adiós sin límite;
su pulso, firme aún tras la certera
lanzada a tu deseo,
se perdió para siempre
al igual que la lluvia
morada de la tarde.
Las cosas como son, no como fueron,
deben estar expuestas a la vista
para que el recorrido
por tantos desengaños sea breve,
y el tiempo no te obligue
a mantener en orden la memoria.
(de A CIERTA ALTURA, 1998)
Lienzo de Hilary Eddy
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