PUERTA DE LA CARNE
Al calor de su propio sol, la Puerta
de la Carne engendraba aquel bullicio
cotidiano. Gitanas con claveles
recorriendo el mercado,
aceras transitadas por las prisas
anónimas, romántico espejismo
del antiguo tranvía en los raíles...
De vez en cuando abro
aquella Puerta. Siempre
a través del cristal de antaño, veo
el sol dormido en sus aceras, nívea
claridad por las calles, los claveles
que embriagaron mis ojos... Y la cierro.
(de JARDINES DE MURILLO, 1989)
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