MANSAMENTE EL ARROYO
se hace lecho de nubes,
desenreda en la tarde
guedejas de arreboles,
y cada plenilunio
y cada plenilunio
cristaliza los astros.
Igual que un corazón
pacífico recita
su latido al silencio,
hay aguas cadenciosas
cuyo paso mantiene,
como un bajo continuo,
el tiempo armonizado;
unas aguas ajenas
a la fluidez sin pausa
que ignora sus orillas,
como cuerpo desnudo
por manos de la tierra
prometida a su cielo,
fielmente acariciada.
(de TEMPO DE VUELO SOSTENIDO, 2004)
No hay comentarios:
Publicar un comentario