lunes, 14 de noviembre de 2016





MANSAMENTE EL ARROYO
se hace lecho de nubes,
desenreda en la tarde
guedejas de arreboles,
y cada plenilunio
cristaliza los astros.
Igual que un corazón
pacífico recita
su latido al silencio,
hay aguas cadenciosas
cuyo paso mantiene,
como un bajo continuo,
el tiempo armonizado;
unas aguas ajenas
a la fluidez sin pausa
que ignora sus orillas,
como cuerpo desnudo
por manos de la tierra
prometida a su cielo,
fielmente acariciada.


                                           (de TEMPO DE VUELO SOSTENIDO, 2004)

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