LOS CARACOLES
Cuando aún
goteaban los geranios
después del
aguacero, la mañana vertía
su leve
resplandor por los arriates,
asomando de
pronto las conchas relucientes.
Salías de la
casa en busca de tu dicha,
de aquellos
caracoles que poblaban senderos
como si fuesen
gnomos o minúsculas hadas,
personajes que
siempre creías escondidos.
Más allá de tu
asombro,
su piel
resbaladiza
sobre hojas
resecas,
sus lentas
espirales
creciéndose en
lo tierno,
al igual que tus
bríos
por verdosas
andanas
más allá de la
lluvia.
Cuando quisiste
verlos jugando con la hierba,
tersos por el
dorado fugaz del mediodía,
no quedaba ni
rastro de aquellos caracoles,
nuevamente
perdidos entre hadas y gnomos.
(de EL PRIMER REINO, 2015)
Qué grata expresión encuentra en tu poema la fugacidad de lo cotidiano, querida poeta; así es el trazo de nuestra identidad, leve, intangible, una simple estela en el agua. Feliz jornada.
ResponderEliminarGracias, José Luis, ya sabes cuánto eleva la poesía escenas tan sencillas como ésta. Los sueños infantiles dan siempre para muchas realidades. Un abrazo fuerte.
EliminarNo este poema, María, sino todo el libro camina por un perfume sereno y contenido, por una niñez que será para siempre nuestro refugio. Es un gran libro, amiga, poeta.
ResponderEliminarHola, Paco, gracias por tus siempre generosas palabras. Qué más voy a decirte de este libro, con lo bien que conoces la naturaleza y el poso que felizmente deja en la infancia. Abrazos.
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