viernes, 30 de septiembre de 2016





               XXVI


Atardecer sin horas,
preclara soledad en el baldío
celaje amontonado de sus malvas,
voluta ribereña
cuya contemplación redime y cierne.
Atardecer en cáliz de viñedos,
ojival por desnudo
como los alabastros, valeroso
hasta llamarse frágil crucería
o linde plateresca.
Antes de que la noche
revista la templanza de Valbuena,
deben ir alejándose
los ojos del misterio
donde crecen memorias
y blancuras cercadas para siempre.


                             (de REGAZO E INTEMPERIE, 2007)

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