UNA LUZ MALVA
Una luz malva
desembocó en el patio de los atardeceres.
Parecía no morir nunca
aquel sol peregrino
que decidió quedarse tras las tapias.
Desde la tierra, un rojo reflejo;
sobre la arrebolada,
una yacija cenicienta.
Parecía no nacer nunca
aquella luna impasible
que encendió tantas sombras
tras el secreto antiguo de las tapias.
Luego, la noche
cobijó rosas en los huecos dolientes
de un cuerpo de cal.
Y para no avivar sus espinas,
rodeaba la piel incandescente
de días olvidados, de veranos ocultos.
Se calcinaron pétalos sobre su mano
inasida por el tiempo.
Matutina, volvía a guarecerse
la luz en aquel patio. Cuántas horas
se vistieron de blanco
por recibir al día del deseo.
(de TRASLUZ, 1989)
Lienzo de Andrés Rueda
Gracias por tanta luz, María. No podía haber tenido mejor regalo de cumpleaños.
ResponderEliminarUn abrazo enorme desde esta lluvia inesperada.
Pues muchas felicidades, querida Ana, y me alegro de haberte regalado este poema. Un fuerte abrazo.
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