lunes, 5 de septiembre de 2016





















               EL BRASERO

 
Del invierno surgían especiados aromas,
como aquel del brasero, tenaz y diferente
a cuantos se cruzaban con el frío. 

Su humilde calidez fue otro mobiliario,
otra decoración de rojos y volutas
para sobrevivir a fuego lento. 

Muy pronto comprendiste que tu convalecencia
dependía en gran parte de una lumbre perenne,
de la templada atmósfera nativa. 

Así, cada mañana tuvo hogar en tu lecho,
avivó los rescoldos con que te iluminaste,
abrigando futuros ateridos. 

Y cada día quiso permanecer en ascuas,
amigo incandescente para quemar las horas
más largas de tu breve realidad. 

Porque solo el brasero te conmovía, simple
definición de todo lo que necesitabas
en un pequeño cuarto, también hoy.


                                                           (de EL PRIMER REINO, 2015)

2 comentarios:

  1. Magnífico, María. Y ¡qué ganas de brasero!
    Un abrazo
    Eduardo

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    1. Hola Eduardo, hoy pensé en solidarizarme con el calor reinante, fíjate... Pura casualidad.
      Gracias por tu visita y un abrazo.

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