domingo, 11 de septiembre de 2016


















      
                                                                    ANTONIO

 
Antonio, cobijaban tu ternura las frondas
después de aquella noche de palabras sin rumbo.
Mi cuerpo transparente revelaba el silencio
con el que se fundía tu anhelo inmarcesible. 

Alargabas el tiempo
conquistando el otoño
para mí. Pero supe
que enero estaba cerca
porque lo vi en tus manos
cuando alzabas la brisa. 

Entonces los domingos no tenían más nombre
que el tuyo, el más dulce nombre que he pronunciado,
y al cabo de las noches se fue desvaneciendo
como tú, entre las frondas de la ternura, Antonio.


                                                         (de JARDINES DE MURILLO, 1989)

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