viernes, 6 de mayo de 2016





  CAMINO DE FORMENTOR


Después de las palomas, el verano
se acercó hasta mis páginas.
Y aquella algarabía
de los rayos del sol pulsó senderos,
encendió las colinas
donde se cobijaban
quiméricos ramajes que me hacían
ser pálpito de ayer en su floresta. 

Y arrulló los pinares, fue sinuoso
deseo por lo azul de mi mañana.
Pero ni un rayo pudo
malherir la tristeza,
ni agostó soledades tras el llanto,
porque el ascua del tiempo oscurecía
su sol en un ensueño de palomas.

                                               (de AQUÍ QUEMA LA NIEBLA, 1986)


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