LOS ROSALES
Porque nunca
llegaron de Rodas o de Creta,
ni supiste la
especie de sus flores,
sencillamente
fueron rosales de tu casa,
el nombre más
auténtico de todos.
No quisieron
teñirse con la sangre de Adonis,
ni rindieron
honores a Dionisos.
Para ti se
trataba de arbustos abrazados
por la felicidad
que desprendían.
Tampoco conociste
la muerte de tus rosas
en los veranos
donde cada tarde
protegió la
fulgente dormición de los pétalos,
encaje carmesí
sobre la tapia.
Aunque solo
dejaron su corola de espinas
como herencia
visible, los rosales
permanecen
ocultos al expolio del tiempo,
el dolor más
errático de todos.
(de EL PRIMER REINO, 2015)
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