LE PUSISTE SU NOMBRE
a los lirios de mar, a los
corales
anclados en el fondo de la
ausencia.
Apenas devolvían
sus ecos cristalinos,
casi no revelaban otra música
que unas notas yacentes.
Pero tú lo llamaste
como si no existiera la certeza
de saber que en el templo
resonaba
siempre el mismo silencio
carnal y despiadado.
(de EL TEMPLO DEL ALBATROS, 2011)
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