miércoles, 6 de abril de 2016





LE PUSISTE SU NOMBRE
a los lirios de mar, a los corales
anclados en el fondo de la ausencia.
Apenas devolvían
sus ecos cristalinos,
casi no revelaban otra música
que unas notas yacentes.
Pero tú lo llamaste
como si no existiera la certeza
de saber que en el templo resonaba
siempre el mismo silencio
carnal y despiadado.
 

                                                       (de EL TEMPLO DEL ALBATROS, 2011)

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