-Convento de Madre de Dios-
Llegaron a cuajar en oro oscuro
sus espacios alados, el mudéjar
corazón encubierto
por una puridad desconocida.
La penúltima sombra de los hábitos
rondaba el locutorio
y entretejía lentas aspidistras
con su devanadera
más sagrada.
Llegaron a brillar en lo cautivo
flores de acanto y rosas, convirtiendo
cada vaso litúrgico
en magna orfebrería.
La última emoción de los murales
albergaba mixturas
de Barahona, nimbo
que intacto devolvía su presencia
con volutas de incienso.
Y el tiempo se hizo arte entre los gozos.
(de LA LUZ NO USADA, 2010)
No hay comentarios:
Publicar un comentario