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En mayo se prendían
furtivos arreboles
al raso de la tarde.
Mi ensoñación trazaba
un recodo durmiente
desde aceras umbrosas,
quedándose el vacío
más despierto que nunca,
a tono
con lo mágico.
Un cauce de ventanas,
de geranios colgantes,
daba suelta a su rito
vesperal y sereno.
Mientras, la tarde antigua
doblaba por mis ojos.
(de LIENZOS DE CAL, 2008)
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