miércoles, 16 de diciembre de 2015





                               AULO VETTIO

 
Los placeres se agotan
con puntual movimiento
antes de la erupción.
Existen leyes
para que todos pasen
como aire prisionero
de humeantes ruinas.
La Casa de Aulo Vettio
eterniza el deleite
de la procreación,
pero un instante
después de contemplarlo,
reaparece la calma
ungida sobre el muro.
Con otra diligencia,
el color de los cuerpos
transita por rincones
sinuosos, ufanos
de su última morada.
Los placeres terminan
por rendirse al silencio
donde fueron creados,
aire libre
que cumple los preceptos
de la lava y las piedras.


                                       (de LA PAZ DEL ABANDONO, 2014)

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