miércoles, 16 de septiembre de 2015




             AIRE

 Los almagres, los huecos
de piedra desfondados,
la desidia latente,
un poema,
su entorno.

Entonces no existía
más voz que la del trino,
mejor calma que el céfiro. 

Sólo llegó a extinguirse
la claridad sin alas. 

Sólo quedaron huellas
abrasando una suerte
de penumbras rojizas. 

Entonces tuve aliento. 

Me serenó la imagen
de un olvido habitado.


                                                               (de LIENZOS DE CAL, 2008)

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