LA HIGUERA
Borrosamente
llega su espesura
a tu orilla de sed y desengaño,
su humilde parsimonia, con los frutos
dilatando la pródiga caída.
Frondosamente tuyo aquel ramaje,
rumoroso y tenaz, como las horas
en que todo reloj se conjuraba
para no pasar nunca del verano.
Cuánta felicidad dejaste en ella,
bajo el frescor perenne que vertía
sobre la tierra dócil y agostada,
hacia tu prematuro desconsuelo.
También ahora buscas un espacio
donde el sol no calcine la ternura,
la égida de un árbol inocente.
Aquella higuera aún te da su sombra.
a tu orilla de sed y desengaño,
su humilde parsimonia, con los frutos
dilatando la pródiga caída.
Frondosamente tuyo aquel ramaje,
rumoroso y tenaz, como las horas
en que todo reloj se conjuraba
para no pasar nunca del verano.
Cuánta felicidad dejaste en ella,
bajo el frescor perenne que vertía
sobre la tierra dócil y agostada,
hacia tu prematuro desconsuelo.
También ahora buscas un espacio
donde el sol no calcine la ternura,
la égida de un árbol inocente.
Aquella higuera aún te da su sombra.
(de EL PRIMER REINO, 2015)
Lienzo de Juan Licerán
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