jueves, 9 de julio de 2015














      BAR  DUEÑAS


Las noches han cambiado
con el paso del viento.
No son las mismas que se remansaban
sobre la barra oscura de madera,
entre gotas de agua cayendo de los vasos,
bajo el serrín del suelo.
Una atmósfera densa,
enredada en las aspas de los ventiladores,
crecía desde el frágil movimiento
de una partida de ajedrez al rito
cuaresmal de cofrades.
No son las mismas noches,
ni acaso se parecen
a aquellos que vivían resistiéndolas,
eternos huidores de la cárcel del tiempo.
Los sueños han cambiado
de lugar en la barra, pero siguen
recogiendo el testigo de los abandonados.


                                                    (de DOS LENTAS SOLEDADES, 2002)


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