viernes, 29 de mayo de 2015





            I I

 
Atando sus raíces
con mi vivir, los árboles
impregnan esta tierra
de frágiles silencios.
Nadie aparece, nadie
descubre las sombrías
presencias de sus ramas.
Sólo este viento hiere...
Incógnitas fronteras
voy a cruzar ahora:
la lluvia, la hojarasca,
cubriéndome el vacío.
Ya os he imaginado,
ansío vuestra calma:
soy ese caminante
que viene de la noche...

Otoño ha liberado
las hojas prisioneras
del árbol mortecino.
¿A dónde irán mis versos?


                                                  (de TIERRA DIFÍCIL, 1981)


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